lunes, 6 de julio de 2009

La Candelaria


Hoy no fue un buen día pero tampoco fue malo. No fue bueno porque no pude sonreír lo suficiente lo intente pero las lágrimas me ganaron.

Afortunadamente mi padre llego y me invito a hacer lo que más me gusta, dar una vuelta por el centro de Bogotá. Que puedo decir para mi es un sitio mágico que si pudiera hablar tendría tantas pero tantas cosas que contar. Es un lugar romántico, histórico, distinto. Es un lugar que me hace sonreír cuando camino por sus calles sobre todo si estoy acompañada y vamos recordando su historia y me hace suspirar en días como hoy.


Noche de luna llena, las calles casi vacías y una atmosfera misteriosa. El olor que sale de los muchos lugares donde encontramos las famosas onces santafereñas: el chocolate recién hecho servido con pan, queso y almojábana; los tamales santafereños; la agua panela con queso y pan, los envueltos y el juego de feijoa que me tome porque no tenía muchas ganas de comer. A muchos les puede parecer extraño este revuelto de olores, pero ustedes no se imaginan lo que es caminar por estas calles y sentir ese olor, se siente uno en casa, en su tierra y es ahí cuando en medio de tanta nostalgia aparece una sonrisa por el simple de hecho de estar ahí, en un lugar que para mí es mágico.

La noche cubre a la candelaria y las luces de los postes la hacen ver más linda, la luna llena que hoy la acompañaba era increíble. Quisiera que todos fueran tan afortunados de caminar una noche por ese sector de la ciudad, la compañía realmente no importa depende del tipo de magia que quieras, de la atmosferas que quieras tener. Es otra parte mágica ya que si vas con amigos unas cervezas, rock de fondo o un tango o un bolero depende cual sea el sitio que te llame, por que sí los muchos sitios en este sector te llaman, te atraen, y la verdad nunca los olvidas. Si lo que quieres es una noche romántica, el chorro de Quevedo te da la posibilidad de compartir, bien sea, unas onces santafereñas que ya les describí o una botella de vino acompañada de un fondue de chocolate y una alta probabilidad de salir más enamorados que cuando llegaron. Y si llegas triste como llegue yo hoy, te vas con una sonrisa. La magia de la candelaria enamora a cualquiera y ni hablar de la gente, de las personas que viven ahí, no los comerciantes, son personas como de otro mundo: llenas de vida, sonrientes, felices, comparten, te enseñan, aprenden de ti y al igual que todo lo demás nunca las olvidas.

He compartido la magia de la candelaria con mis amigos y mi familia, la aprendí a conocer por alguien muy importante en mi vida y espero ´tener la oportunidad de compartirlo con alguien más. Pero lo que mas quiero es que lo vivan, lo conozcan, lo huelan, lo caminen, visiten sus museos, conozcan los cafés, conozcan la historia, vean sus paredes y se pierdan en esa atmosfera mágica que tiene la candelaria.

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